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La ansiedad

¿Estás buscando lo que es la ansiedad?, lo primero que debes saber es que la ansiedad no es una enfermedad como lo es la gripa

Muchas personas creen que tienen «ansiedad» como si fuera una enfermedad que se adquiere, como la gripa, o que debe eliminarse por completo. Pero la ansiedad no es una enfermedad: es una función natural de todos los humanos.

Es un sistema de alarma interno, que se activa cuando percibimos peligro, es como el botón de pánico que tienen mucho sistemas, como las estaciones de combustible, las fábricas e incluso hasta los bancos. El problema no es la ansiedad, sino cómo reaccionamos a ella cuando se vuelve persistente o desproporcionada.

Un ejemplo practico para entenderlo:

Cuando te cortas o te haces una herida, tu cuerpo inicia de inmediato un proceso para sanar: se inflama, forma costra y cicatriza. Pero si estás todo el tiempo rascando, picando o quitando la costra para «ver cómo va», lo único que logras es que la herida se mantenga abierta.

La ansiedad funciona parecido: si estás constantemente revisándote, analizándote, buscando controlar cómo te sientes, el sistema de alarma se queda encendido… y eso impide que tu mente y cuerpo vuelvan al equilibrio por sí solos.

Aquí explicaré varios enfoques que debes tomar en cuenta en este tema que a todos nos ha pasado en algún momento de nuestras vidas, lo primero que debes saber es que esto es normal, útil y necesario y más común de lo que puedas pensar.


1. La ansiedad desde el punto de vista biológico

efectos

Es parte de un sistema de supervivencia que nos preparó para escapar de depredadores o enfrentar amenazas. Cuando el cerebro detecta un peligro, activa una respuesta que involucra:

  • Liberación de adrenalina y cortisol (hormonas del estrés).
  • Aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria.
  • Tensión muscular.
  • Reducción de funciones no esenciales (como la digestión).

Todo esto prepara al cuerpo para luchar o huir. Pero cuando esta alarma se activa por largo tiempo se vuelve muy peligrosa y disfuncional.

Referencia: Sapolsky, R. M. (2004). Why Zebras Don’t Get Ulcers.


2. La ansiedad desde las neurociencias

Desde esta perspectiva, la ansiedad involucra regiones cerebrales como:

  • Amígdala: detecta amenazas y dispara la alarma emocional.
  • Hipocampo: recuerda contextos pasados asociados a peligro.
  • Corteza prefrontal: intenta regular o interpretar la amenaza.

Cuando la ansiedad es constante, se altera el equilibrio entre estas regiones. La amígdala se hiperactiva, y la corteza prefrontal pierde capacidad de control inhibitorio (por eso sentimos que no podemos calmarnos).

Referencia: LeDoux, J. (1996). The Emotional Brain.


3. La ansiedad desde el enfoque psicológico

Aquí se entiende como una respuesta anticipatoria ante una posible pérdida, amenaza o error. Algunas ideas comunes que la alimentan:

  • ¿Y si no puedo con esto?
  • ¿Y si me equivoco?
  • Seguro voy a fallar
  • ¿Estaré enfermo?
  • ¿Tendré algo malo en mi cabeza?
  • Tengo que estar bien todo el tiempo

Estas formas de pensar generan un ciclo:

Pensamiento → miedo → malestar físico → más pensamientos → más miedo…

Referencia: Beck, A. T. (1979). Cognitive Therapy and the Emotional Disorders.


4. ¿La ansiedad y estrés es lo mismo?

No, pero están relacionados.

  • El estrés suele aparecer ante una demanda presente (exámenes, trabajo, enfermedad).
  • La ansiedad aparece cuando el peligro no es claro o es imaginado en el futuro.

Ambas activan las mismas rutas fisiológicas, pero la ansiedad es más difusa y a veces más difícil de identificar.

Referencia: McEwen, B. S., & Stellar, E. (1993). Stress and the individual: mechanisms leading to disease.


5. ¿Está relacionada la ansiedad y la depresión?

Es común que ansiedad y depresión coexistan. Se estima que hasta el 60% de quienes padecen una, también presentan síntomas de la otra (comorbilidad).

  • La ansiedad genera miedo y agitación.
  • La depresión genera cansancio y desesperanza.
    Pero ambas comparten un sentido de desconexión, desesperanza y dificultad para actuar.

Referencia: Kessler, R. C., et al. (2003). Epidemiology of anxiety and depression comorbidity.


6. Enfoques y tratamientos más eficaces para la ansiedad

Afortunadamente, la ansiedad tiene tratamiento. Las opciones con mayor evidencia empírica incluyen:

Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)

Identifica y modifica pensamientos disfuncionales.

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

Ayuda a aceptar el malestar sin luchar contra él, y actuar en función de valores personales.

Mindfulness y técnicas de regulación emocional

Reducción de estrés basada en la atención plena (MBSR).

Tratamiento farmacológico

Cuando es necesario, se usan ansiolíticos o antidepresivos bajo control médico.

Referencia: Hofmann, S. G., et al. (2012). The Efficacy of Cognitive Behavioral Therapy: A Review of Meta-analyses.


7. ¿Por qué tratar de controlar la ansiedad puede empeorarla?

Desde las neurociencias sabemos que tratar de olvidar o reprimir un pensamiento tiene un costo cognitivo elevado. Intentar «no pensar en algo» activa áreas del cerebro como la corteza prefrontal dorsolateral y el cíngulo anterior… pero al mismo tiempo activa más la amígdala, que es justamente donde vive la ansiedad.

Intentar no pensar en algo es como empujar una pelota bajo el agua: entre más fuerza haces, más fuerte regresa.

Referencia: Anderson, M. C., & Green, C. (2001). Suppressing unwanted memories by executive control. Nature.

Analogía del pasajero incómodo:

Imagina que manejas un camión, y un pasajero se sube gritando cosas horribles: “¡Vas a chocar!”, “¡Todo saldrá mal!”, “¡No eres suficiente!”

Si te detienes a pelear con él, quitas la vista del camino.
Si le dejas hablar, pero sigues tu ruta, el pasajero se cansa… y tú llegas donde querías.

Eso es defusión. No negar el pensamiento, no racionalizarlo, solo dejar de engancharse con él.

Referencia: Hayes, S. C., et al. (2006). Acceptance and Commitment Therapy: An Experiential Approach to Behavior Change.


En conclusión:

La ansiedad no es una falla. Es un sistema de protección que a veces se queda prendido por error.
No se trata de “quitarla”, sino de aprender a convivir con ella sin que dirija tu vida.


¿Qué hacer si sientes que la ansiedad te rebasa?

  1. Haz un test confiable (como el Inventario de Ansiedad de Beck).
  2. Agenda una cita para hablar de ello sin juicio.
  3. Aprende a identificar lo que te mantiene en el ciclo.

Haz tu test de ansiedad


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