El término lo adoptan, con diferentes significados, tanto el psicoanálisis como el análisis existencial.
PSICOANÁLISIS. Por fijación se entiende la detención de una cantidad de libido (v.) en ciertas zonas erógenas, fases de desarrollo, objetos, condiciones o formas de satisfacción experimentadas en el pasado, que no permiten a la parte fijada de la pulsión el posterior desarrollo. Las condiciones de la fijación son, para Freud, de dos tipos: hechos históricos específicos, como un trauma o la influencia de la constelación familiar, o bien la incapacidad del sujeto de abandonar una fase libidinal en la que encontró satisfacción, “no confiando en la posibilidad de encontrar un sustituto satisfactorio en una posición libidinal nueva” (1914: 586).
Tipos de fijación. Freud distingue: 1] la fijación de una pulsión parcial que en el desarrollo de la libido no se subordina a la organización genital de la sexualidad, sino que continúa buscando satisfacciones independientes, como en el caso de las perversiones, en las cuales la pulsión no busca su satisfacción en el coito; 2] la fijación a una fase de la sexualidad pregenital, por lo que una parte de la libido no logra desarrollarse y queda fijada en la fase oral (v.), anal (v.) o fálica (v.); 3] la fijación al objeto, por lo que por ejemplo una niña puede quedar fijada a la madre, en cuanto objeto preedípico, sin lograr establecer con el padre una relación edípica positiva; 4] la fijación a una experiencia traumática que después se manifiesta en las neurosis traumáticas (v. trauma).
Fijación y elección de la neurosis. Freud establece una relación entre puntos de fijación y forma de la sintomatología, por lo que la histeria tendría su punto de fijación en la fase fálica, con regresión a esta fase pregenital; la neurosis obsesiva en la fase sádico-anal del desarrollo libidinal; la psicosis en fases previas a la elección objetal; la paranoia en la regresión al narcisismo; la esquizofrenia en el principio del curso de desarrollo del autoerotismo hacia el amor objetal; la melancolía en la fijación del objeto perdido, abandonando otros investimientos objetale.
La fijación y sus relaciones con la perversión, la neurosis y la formación del carácter. Una misma fijación pregenital puede ser causa de una perversión, cuando el yo llega a la satisfacción de una tendencia pregenital; de una neurosis, cuando el yo entra en conflicto con la fijación pregenital; de una peculiaridad de carácter, cuando el yo logró establecer una defensa permanente contra la fijación o pudo sublimarla, como en el caso del interés artístico que nace de la sublimación de la pulsión parcial que es el placer de ver.
ANÁLISIS EXISTENCIAL. En este ámbito se habla de fijación (Verstiegenheit) en el sentido de una adhesión incondicional a un ideal, que ya no permite adherirse al flujo normal de la experiencia sino que requiere que ésta se incline ante las exigencias establecidas por el ideal fijado (verstiegene Ideal). L. Binswanger escribe que “la exaltación fijada se basa en una precisa desarticulación de la relación entre el ascenso y el proceder en el sentido de la amplitud. Si esta relación, cuando es ‘feliz’, puede ser definida como ‘proporción antropológica’, debemos definir la exaltación fijada como una forma de desproporción antropológica, como una relación ‘infeliz’ entre la altura y la amplitud en sentido antropológico” (1949: 17-18). Esta desproporción ya no permite que la existencia “haga” experiencia aumentándola en la dimensión de la amplitud, porque el ideal fijado bloquea cualquier asimilación posterior: “Ya se trate de una ‘idea’ exaltada o de una ideología (las ideologías son por lo general formas de exaltación fijadas), de un ideal o de un ‘sentimiento’ exaltados, de un deseo o de un proyecto, de un simple ‘capricho’ o de una ‘acción exaltada’, la expresión ‘exaltación fijada’ significa siempre que la existencia se ‘desvaneció’, se perdió en una determinada ‘experiencia’, que, por utilizar una imagen de Hofmannsthal, ya no es capaz de ‘abrir las ventanas’, de proyectarse hacia otro futuro’ […] de ampliar ‘el horizonte de la propia experiencia’, de volverlo a ver ni de comprobarlo porque se fijó en un punto de vista ‘limitado’” (1949: 18).
El ideal fijado contiene ese orden que necesita quien, incapaz de dejar ser a las cosas como son, trata de imponer un orden con la intención de encontrar un punto de apoyo en el desorden y en la incoherencia de su propia experiencia. Al describir el caso de Ellen West, Binswanger observa que ella, “en lugar de dejar que las cosas sean, las dispone como deberían ser: el cuerpo no debe engordar sino mantenerse delgado, ella misma no debería ser así sino diferente: ‘Señor, créame otra vez, pero créame mejor’, escribe en una página de su diario” (1944- 1946: 71), y de esta forma, disponiendo arbitrariamente de las cosas, de las situaciones, de sí y de los demás, fuerza cualquier desarrollo coherente de la presencia, obligada día a día a enfrentarse con todo lo que se escapa al ideal fijado. Lo mismo se puede decir del caso de David que describió R.D. Laing, cuyo yo “‘en lugar’ de ‘ir hacia’ las cosas y hacia las personas del mundo […] trata de sobrevivir recurriendo a compensaciones aparentes, como las de abrigar determinados ideales” (1959: 94-95).
BIBLIOGRAFÍA: Binswanger, L. (1944-1946); Binswanger, L. (1949); Freud, S. (1905); Freud, S. (1914); Freud, S. (1915-1917).