Par de términos que introdujo C.G. Jung para indicar dos tipos de actitud (v., § 2), una orientada hacia hechos externos (extrovertida), la otra hacia factores subjetivos (introvertida). Combinando estos dos tipos de actitud con las cuatro funciones (v., § 2, b) psíquicas identificadas en el pensamiento, en el sentimiento, en la sensación y en la intuición, construye Jung su tipología (v., § 2).
EXTROVERSIÓN. Esta actitud está caracterizada, para Jung, por “orientación de la libido hacia afuera. Con este término indico una explícita referencia del sujeto hacia el objeto, en el sentido de un movimiento positivo del interés subjetivo hacia el objeto. […] Se puede hablar de una extroversión activa cuando ésta se desea expresamente, y de una extroversión pasiva cuando el objeto provoca por fuerza la extroversión, es decir cuando es éste el que despierta el interés del sujeto, eventualmente incluso en contra de la intención del mismo” (1921: 438). Para el extrovertido, continúa Jung, “el objeto, en cuanto factor determinante, posee manifiestamente en su conciencia más importancia de la que pueda tener su opinión subjetiva. Desde luego también él tiene opiniones subjetivas, pero su poder determinante es menor que el de las condiciones objetivas externas” (1921: 338). Cuando esta actitud es constante, Jung habla de tipo extrovertido.
INTROVERSIÓN. Esta actitud, escribe siempre Jung, está caracterizada por “la orientación de la libido hacia dentro. Con esto se manifiesta una relación negativa del sujeto con el objeto. El interés no se mueve hacia el objeto, sino que se repliega de éste hacia el sujeto. Quien tiene actitudes en el sentido de la introversión piensa, siente, actúa de manera tal que permite entender claramente que su determinación principal es el sujeto, mientras que al objeto le corresponde, como máximo, un valor secundario. En la introversión puede predominar en ocasiones un carácter intelectual, en otras uno afectivo, así como puede estar caracterizada por la intuición o por la sensación. La introversión es activa cuando el sujeto quiere cierto aislamiento del objeto, pasiva cuando el sujeto no es capaz de llevar nuevamente hacia el objeto la libido que refluye de éste. Cuando la introversión es habitual, se habla de tipo introvertido” (1921: 466). Descuidada por la actitud consciente, “es el inconsciente el que asume el cuidado de la relación con el objeto, y lo hace de tal manera que destruye de la forma más radical las ilusiones de potencia y las fantasías de superioridad que la conciencia nutre. No obstante la devaluación que opera la conciencia, el objeto asume dimensiones pavorosas. Ocasiona que el yo promueva aún más violentamente la distancia del objeto y las intenciones para alcanzar el dominio sobre éste, hasta rodearse de un sistema formal de defensas (según la descripción exacta que hizo Adler) con la intención de proteger por lo menos la ilusión de una superioridad” (1921: 384)
LOS DESARROLLOS SUCESIVOS DE LA POLARIDAD EXTROVERSIÓN-INTROVERSIÓN. S. Freud, aunque acepta el concepto de introversión, lo rechaza como tipología y lo interpreta como consecuencia de la frustración (v.) que el sujeto experimenta en el contacto con la realidad, con el consiguiente replegamiento hacia sus propias imágenes y sus propios fantasmas: “Ella [la libido] “se extraña de la realidad, que en virtud de la pertinaz frustración ha perdido valor para el individuo; se vuelve hacia la vida de la fantasía, donde se crea nuevas formaciones de deseo y reanima las huellas de formaciones de deseo anteriores, olvidadas. A consecuencia del nexo íntimo de la actividad fantaseadora con el material infantil, […] la libido puede retroceder todavía más, hallar por el camino de la regresión unas vías infantiles y aspirar a tales metas” (1912 [1976: 240]). H.J. Eysenck adopta la diferenciación galénica para identificar al extrovertido con el colérico y el sanguíneo, y al introvertido con el melancólico y el flemático, confirmando el uso popular, y no psicológico, de extrovertido con exuberante y de introvertido con cerrado y reservado. Siempre según Eysenck, entre los psicópatas y los histéricos prevalece la extroversión, mientras que entre los fóbicos y los obsesivos hay una tendencia mayor hacia la introversión. La distinción jungiana entre actitud introvertida y extrovertida reaparece bajo otra denominación en H. Rorschach entre intratensiva y extratensiva (1921); en E.R. Jaensch entre integrada y desintegrada (1930), y en G. Pfahler entre rígida y elástica (1929).
BIBLIOGRAFÍA: Eysenck, H.J. (1961); Freud, S. (1912); Jaensch, E.R. (1930); Jung, C.G. (1921); Pende, N. (1928); Pfahler, G. (1929); Rorschach, H. (1921).