El término lo introdujo E. Bleuler para referirse a los sujetos que presentan una escisión entre las funciones emotivas y las intelectivas, en las que él identificaba uno de los rasgos típicos de la esquizofrenia.
Posteriormente lo adoptó E. Kretschmer para indicar el tipo psicológico con los rasgos característicos de la esquizotimia (v.), que en caso de psicosis desarrolla más fácilmente la esquizofrenia que la psicosis maniaco-depresiva, a la que en cambio está predispuesto el ciclotímico (v. tipología, § 1, a). Por extensión el término se refiere a una persona distante y desconfiada, más inclinada hacia los contenidos fantásticos que hacia los datos de la realidad.
M. Klein usa la expresión “esquizoparanoide” para indicar una posición del desarrollo libidinal caracterizada por la escisión del objeto en “bueno” y “malo”, con introyección de los objetos buenos y proyección de los malos (v. kleiniana, teoría, § 2).
]W.R.D. Fairbairn denomina “esquizoide” la posición que Klein había llamado “esquizoparanoide”, y la describe como esa experiencia de la primera infancia en la que el niño interpreta la frustración como prueba de que su amor es destructivo; para defenderse utiliza una escisión del yo en un “yo libidinal”, que está unido a una imagen buena y acogedora del seno, y un “yo antilibidinal” vinculado a una imagen mala y rechazante del seno (v. esquizofrenia, § I, 2, c). Por extensión del uso infantil de estas defensas se llama “esquizoide” la personalidad que en la edad adulta recurre a ellas, adoptando escisión (v.), denegación (v.), introyección (v.), proyección (v.) para defenderse del sentimiento de culpa y de la depresión.