Trastorno grave de la actividad, de la voluntad y de la psicomotricidad que, en el plano clínico, se manifiesta con síntomas aquinéticos, pero también hiperquinéticos o paraquinéticos (v. quinesia).
Fue descrita por primera vez en 1874 por K.L. Kahlbaum, que la consideró una entidad nosológica separada; E. Kraepelin la clasificó como un subtipo de la esquizofrenia (v., § III, 4). En sus manifestaciones de tipo aquinético la catatonia va de una inhibición psicomotriz genérica al estupor (v.) catatónico y el paro psicomotor. Se instaura entonces una inmovilidad completa que puede durar desde minutos hasta semanas, con ausencia de reacción ante los estímulos, mutismo y rechazo de la comida, incontinencia o retención de esfínteres. En estas condiciones parece que perdura en el paciente un estado de conciencia intensamente angustiante, acompañado por la aceptación obediente de actitudes impuestas aunque incómodas, negativismo (v.), marcada sugestionabilidad, obediencia automática y adopción de formas imitativas, como ecolalia, ecografia, ecomimia, ecopraxia (v. ecofenómeno). Entre las manifestaciones paraquinéticas de la catatonia están los estereotipos y las repeticiones automáticas y sin objetivo; en las manifestaciones hiperquinéticas se presentan estados imprevistos de excitación psicomotriz, que llegan hasta el comportamiento violento y el furor. Desde el punto de vista psicoanalítico la catatonia se interpretó como un mecanismo profundamente regresivo, que llega hasta la eliminación de la acción como defensa ante la angustia. En la interpretación psicogenética se subraya el elemento reactivo del ambiente y la internación, confirmado por la reducción de las manifestaciones catatónicas con la menor frecuencia de las internaciones y el cambio de vida dentro de la institución.