Campo

Lugar físico o metafórico donde aparece el objeto de investigación y con el que el ambiente global en el cual se presenta el objeto, constituye una totalidad de fenómenos coexistentes que interactúan. 

Lugar físico o metafórico donde aparece el objeto de investigación y con el que el ambiente global en el cual se presenta el objeto, constituye una totalidad de fenómenos coexistentes que interactúan. Así, por ejemplo, por campo de conciencia se entiende el conjunto de los contenidos de la conciencia que una persona posee en un cierto momento; por campo visual el límite de la visión periférica y, por lo tanto, el área dentro de la cual puede verse un objeto mientras el ojo fija inmóvil un punto. Además de este uso general, la noción de campo tiene un uso específico en las siguientes acepciones. 1] DEPENDENCIA DEL CAMPO. En el ámbito de la psicología de la percepción H. A. Witkin introdujo el concepto de dependencia del campo para quien, en la orientación espacial, confía más en el contexto visual que en las señales posturales y gravitacionales de su propio cuerpo. En este ámbito se comprobó que las mujeres son más dependientes del campo que los varones, que la dependencia del campo disminuye con la edad y que está relacionada con las características de la personalidad (v. percepción, § 9). 2] TEORÍA DEL CAMPO. El concepto de campo lo utilizó K. Lewin, quien formuló la teoría del campo según la cual se supone que están reunidos en un “espacio vital” (v. espacio, § 2, c), todos los factores psicológicos que influyen en el comportamiento de un individuo en un determinado momento. El espacio vital está compuesto por la persona y por el ambiente psicológico; fuera de ella está el mundo, que no influye en el comportamiento, pero al cual el espacio vital es permeable. Dentro del campo rige una geometría topológica, que difiere de la euclidiana porque no es métrica y porque la relación que une a los elementos prescinde del tamaño y distancia de los mismos. En el campo es decisiva la dirección, identificable mediante una geometría vectorial, en la cual las regiones del espacio, que tienen diferentes valores –positivos si el objeto es deseado, negativos si la intención es evitarlo–, se corresponden mediante fuerzas de atracción y repulsión que pueden describirse con vectores direccionales. Dentro del campo la actividad se desarrolla en términos de energía psíquica con tendencia al equilibrio del sistema; por eso cuando surge una tensión, indicadora de una necesidad, se activa un proceso que permite llegar a un nuevo equilibrio por la más breve de las vías entre las posibles en el orden dinámico del campo. Cuando la situación se vuelve conflictiva por la presencia simultánea de un valor negativo y uno positivo (el deseo de hacer una cosa y el miedo a hacerla), o de dos valores negativos aproximadamente iguales, se registra la tendencia al abandono del campo de manera temporal o definitiva, a menos que intervengan medidas del exterior que lo impidan. También se produce abandono del campo en presencia de una saturación de estímulos o de una repetición monótona de acciones siempre iguales. La contribución más significativa de esta teoría, llamada también psicología topológica, es que afectividad, percepción, cognición y motivación, que en el lenguaje de Lewin representan la región interno-personal, inciden mucho más en el comportamiento que la región perceptivo- motriz, que está fuera de la persona, en el límite con el ambiente psicológico que la circunda (v. psicología de la forma, § III, 3). 3] CAMPO FENOMÉNICO. En el ámbito de la epistemología psiquiátrica A. Gaston introdujo esta expresión con la intención de encontrar un criterio capaz de reorganizar las formas de enajenación no con base en la etiología (v., § 1), siempre incierta y dependiente de las predicciones teóricas que presiden la interpretación, sino “siguiendo la operación psicológica misma a lo largo de una de sus condiciones necesarias: la dimensión temporal. En efecto es posible, mediante actos intencionales, integrar campos de ‘agregación’ de las formas de la enajenación usando como elementos de separación su particular modalidad de sucesión o su modo específico de estar simultáneamente; en otras palabras, analizando su relación con la continuidad del sujeto que las manifiesta y la continuidad temporal del sujeto que las observa […]. Esta reintegración puede manifestarse en la constitución de los siguientes campos fenoménicos: el reactivo, el conflictivo, el periódico y el estable” (1987: 109). Forman parte del campo reactivo las reacciones (v., § 6) predominantemente afectivas, las pasionales y las hiponoicas, que abarcan las experiencias agudas, crepusculares, oniroides y oníricas. Forman parte del campo conflictivo el estilo obsesivo, el hipocondriaco y el histérico; en el periódico, en cambio, aparecen la alternancia maniaca, la melancólica y la epiléptica, y por último en el estable encontramos el mundo de la psicopatía, el del delirio y el de la demencia.

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