Cambio

Transformación de un individuo interpretada como proceso de autorrealización o como resultado de la tendencia a la mutación y de la resistencia a la misma. La primera tesis tiene como su principal exponente a K. Goldstein, para quien “el comportamiento normal corresponde a un continuo cambio de tensión por el que se alcanza, en una sucesión de fases, un estado de tensión que permite y empuja al organismo a realizarse con ulteriores actividades, según su naturaleza.

Así, la experiencia con los pacientes nos enseña que debemos postular un único impulso, aquel que tiende hacia la autorrealización” (1934: 121). La segunda tesis la desarrolló K. Lewin, para quien, como el cambio implica el concepto de fuerza, es imposible utilizar éste sin usar el concepto de resistencia, por lo que el cambio es resultado de estos dos componentes. La noción de cambio varía según los diferentes modelos psicológicos dentro de los cuales se define. 1] EL MODELO CONDUCTISTA. En este ámbito el cambio es la modificación adaptativa del comportamiento como respuesta a estímulos ambientales que pueden ser tanto las técnicas de condicionamiento clásico y operante (v. aprendizaje, § 1) que activan un proceso tendencialmente predecible y controlable dentro de las leyes que regulan el aprendizaje, como las terapias que se proponen modificar las modalidades de respuesta escasamente adaptativas o no funcionales mediante el uso de refuerzos positivos o negativos. La importancia asignada a las técnicas de condicionamiento en el modelo conductista (v. comportamiento, § 4) permite que H.J. Eysenck diga: “Desde hace tiempo se considera que el pen- CACOFONÍAsamiento precede y controla a la acción. La terapia conductista permite entender que con frecuencia puede ocurrir lo contrario, que la modificación del comportamiento de una persona mediante el proceso de condicionamiento puede realmente modificar su pensamiento o su cuadro cognoscitivo” (1975: 32). 2] EL MODELO PSICODINÁMICO. Entiende el cambio como la obtención de mayor conciencia de sí y de los otros o, como lo expresa la definición de C.R. Rogers, “una evolución interior y profunda de las estructuras personales del individuo hacia la fase que los clínicos definen como de ‘mayor integración’, de menor conflictividad, de mayor disponibilidad de energías para una vida productiva; una modificación del comportamiento que pierde los aspectos generalmente definidos como ‘inmaduros’ para adquirir los considerados ‘maduros’” (1951: 50). Frente a la concepción mecanicista de S. Freud, que concede poca relevancia al cambio porque casi todo se definiría en los primeros cinco años de vida, reacciona E. Fromm: “Estoy convencido de que durante los primeros cinco años de vida acontece una cantidad de cosas realmente importantísimas para el desarrollo posterior; pero considero que los acontecimientos sucesivos son igualmente capaces de provocar cambios en el individuo. En cuanto al concepto freudiano de que el individuo repite continuamente algunas respuestas de comportamiento que serían el producto de sus reacciones emotivas a acontecimientos ocurridos en los primeros cinco años, éste es para mí un concepto excesivamente mecanicista […]. El éxito de la terapia depende de los factores constitucionales, por un lado, y por el otro de la capacidad del paciente para modificar su sentido de responsabilidad personal y su empeño a la acción. Para que los cambios se produzcan el paciente debe tener la fuerza de voluntad y el impulso interior necesarios para producirlos” (1976: 385-386). De la misma opinión es C.G. Jung, para quien el cambio o transformación (v.) tiende a la individuación (v.), o sea a la realización de todas las potencialidades del individuo protegidas en su inconsciente que no es, como para Freud, sólo el lugar de lo reprimido, sino también el depósito de posibilidades por venir. El cambio individuativo se da, para Jung, mediante la diferenciación (v.) de las partes inconscientes reprimidas, en “sombra” (v.), o de alguna manera autónomas al desarrollo del yo. 3] EL MODELO PSICOSOCIAL. Subraya el conocimiento y la intencionalidad en los procesos del cambio. Al respecto E. Spaltro escribe: “Estamos siempre ocupados con el problema de cambiar, por lo tanto no debemos preguntarnos por qué cambiar en términos de acción, sino en términos de acción y conciencia. En realidad la elección no está entre cambiar y no cambiar, sino entre cambiar o dejarse cambiar, entre changing y change” (1969: 259). La psicología social y de manera especial la psicología de la forma estudian el cambio respecto a la modificación de creencias y de actitudes, como en el caso, puesto en evidencia por L. Festinger, de la disonancia cognoscitiva (v.), por la que “si una persona sabe diferentes cosas que no son psicológicamente coherentes buscará, en una variedad de maneras, volverlas más coherentes […]. La disonancia cognoscitiva es un estado motivacional que impulsa a una persona a cambiar sus opiniones o su comportamiento” (195: 16). Es afín la posición de S.E. Asch, para quien el cambio es el resultado de la interacción del individuo con el grupo, que permite “la introyección en el individuo de los pensamientos, de las emociones y de los supuestos de los otros, que extienden su mundo mucho más allá de donde podría llegar un esfuerzo sin ayuda. Permite también amplias relaciones de interdependencia, condición previa a su desarrollo interpersonal […]. Así se modifica el ambiente psicológico de cada uno, porque vivir en una sociedad significa poner en relación eficiente la experiencia pública con la privada” (1952: 35). El problema del cambio se relaciona así con la influencia del grupo porque, como precisa M.S.H. Sherif, “aquel que diverge se siente incierto e inseguro en la posición que se desvía de sus propios juicios” (1967: 180). 4] EL MODELO SISTÉMICO. Vincula el concepto de cambio con el de comunicación (v.), que influye en la relación de quienes se comunican activando un proceso de cambio o de resistencia al cambio cuyas líneas de desarrollo están descritas y prescritas por las reglas del juego, y no por los actores que intervienen. El modelo sistémico sustituye los conceptos de causalidad determinismo y libertad por el de interacción, que H.L. Lennard y A. Bernstein definieron como “un proceso secuencial de acciones y reacciones que tiene lugar antes de que se pueda describir cualquier estado o cambio de estado del sistema” (1960: 13). En este contexto el cambio no debe considerarse como una modificación en el individuo, sino como un modelo especial de relación, algo, según dicen P. Watzlawick y otros, que “ya no sea reificado, sino más bien estudiado en el contexto interpersonal donde se actúa” (1967: 123). De aquí se deriva que la prescripción de un comportamiento es una maniobra, dentro del sistema, con la que se intenta producir un cambio en el mismo (v. psicología sistémica).

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