Término empleado en la filosofía helénica tardía para indicar el modelo original, ’αρχε´τυπος de las formas, de las cuales las cosas sensibles son simples copias. La expresión encontró su más amplio uso en la psicología analítica de C.G. Jung, quien sostiene haberlo tomado de Platón que “fue el primero que puso en un lugar celeste las ideas de todas las cosas, o bien esos modelos originales o Urbilden que Platón consideraba más reales que las cosas mismas” (1934-1954: 4).
Después Filón Hebreo, platónico de Alejandría, definió estos modelos originales con el término griego de αρχ′ ′ ετυπος, y finalmente Plotino, el fundador del neoplatonismo que floreció 200 años más tarde, los consideró emanaciones directas del fundamento primordial, divino o υ ~oυς, que es el arquetipo de todos los arquetipos. Jung transfirió estas representaciones arquetípicas al estadio más bajo de la psique, en el inconsciente colectivo (v.): “Para nuestros fines tal designación es pertinente y útil porque se dice que, por lo que se refiere a los contenidos del inconsciente colectivo, nos encontramos frente a tipos arcaicos o mejor dicho primigenios, es decir imágenes presentes desde tiempos remotos. La expresión représentations colectives, que Lévy-Bruhl usa para designar las figuras simbólicas de las visiones primitivas del mundo, se podría emplear sin dificultad también para los contenidos inconscientes, ya que significan más o menos la misma cosa” (1934-1954: 4).
LA CONCEPCIÓN JUNGUIANA. Jung da una versión fenomenológica de la noción de arquetipo, inserta en la teoría de la percepción, y una mitológica que, además de no abarcar a la primera, crea las premisas para un determinismo cultural que compromete la libertad del hombre.