Alucinación

Percepción de alguna cosa que no existe y que no obstante se considera real. Dicha percepción, que es involuntaria y acrítica, tiene los caracteres de la sensorialidad y de la proyección. Como tal debe diferenciarse de la ilusión (v.), que es una distorsión perceptiva, en el sentido de que se percibe un objeto diferente del objeto que sirve de estímulo.

Las alucinaciones más frecuentes son las de los órganos de los sentidos y, en particular, la vista y el oído. A éstas se agregan las alucinaciones menos frecuentes y más especializadas en su configuración. Las alucinaciones pueden ser experimentadas también por personas normales, como cuando se tiene la sensación de oír el sonido del timbre o de sentir olor a quemado. En estos casos, cuando la falsedad es reconocida al menos hasta cierto punto, se habla de seudoalucinaciones. Éstas son frecuentes en la fase de despertar (alucinaciones hipnopómpicas) o de dormir (alucinaciones hipnagógicas). El sujeto asiste a estos fenómenos con cierto estupor, pero de manera neutra e indiferente. Las alucinaciones hipnopómpicas provocan con frecuencia el despertar y en esas ocasiones se reconoce la irrealidad. 1] LAS DIVERSAS FORMAS DE ALUCINACIÓN. De acuerdo con los órganos de los sentidos interesados las alucinaciones se pueden subdividir en: a] Alucinaciones acústicas, en las que el sujeto, que puede estar en condiciones de conciencia perfectamente lúcida y vigilante, oye voces y sonidos insistentes. Estas alucinaciones, que son las más frecuentes y las más comunes sobre todo en la esquizofrenia, se distinguen en alucinaciones acústicas elementales, o acusmas, como crujidos, silbidos continuos, ruidos y zumbidos, y alucinaciones más complejas, verdaderas voces que parecen provenir de una o más personas. El contenido, la mayor parte de las veces, es de naturaleza desagradable, como insultos, amenazas, reproches, órdenes y también continuos comentarios que causan especial fastidio. En ciertos casos se establece una especie de diálogo entre el sujeto y las voces. G. Jervis localiza la dificultad psicológica de quien oye las voces en el hecho de que el sujeto “no sabe distinguir entre una voz ‘fuera de la cabeza’ y una voz ‘dentro de la cabeza’, o sea un pensamiento formulado y transformado en palabras. El sujeto presa de una alucinación está en una condición psicológica caracterizada precisamente por esta dificultad; además tiene motivos específicos para no desear creer que él mismo produce esos pensamientos y esas voces, y para querer pensar, en cambio, que las voces están fuera de su cabeza, y son independientes de su voluntad. Por lo demás es lícito dudar de que las voces alucinatorias sean percibidas del mismo modo que las voces verdaderas: muy probablemente éstas sean interpretadas como voces verdaderas y creídas como tales” (1975: 231)
b] Alucinaciones visuales. No se presentan nunca en condiciones de conciencia lúcida y vigilante, sino cuando toda la relación con la realidad está alterada; entonces las percepciones se hacen inciertas, el significado de las cosas parece transformado, las sombras adquieren consistencia, las personas y los objetos no son ya reconocidos, mientras el mundo externo se puebla de imágenes oníricas. Las alucinaciones visuales abarcan fotomos, que son alucinaciones elementales no diferenciadas, como resplandores luminosos, colores, relámpagos, centelleos, o figuras geométricas simples; las percepciones ilusorias en movimiento rápido, donde se ven veloces secuencias escé- nicas fragmentarias en las que aparecen pequeños objetos en movimiento o animales como ratas, arañas, conejos, que parecen dirigirse hacia el sujeto asustado, y las visiones ricas en detalles, con frecuencia de contenido religioso, alegórico y mitológico, inmóviles o en rápida sucesión escénica. Las imágenes alucinatorias pueden ser de tamaño natural, minúsculas (alucinaciones liliputienses), o bien gigantes (alucinaciones gulliverescas). Estas visiones, la mayor parte de las veces a colores, tienen una tonalidad afectiva eufórica y exaltadora, como en las visiones místicas y en los estados extáticos, o bien pasional, como en las visiones eróticas. El desarrollo de las secuencias es similar al de los sueños.
c] Alucinaciones olfativas y gustativas. Las primeras se refieren a los malos olores, extra- ños o imposibles de precisar, las segundas a sabores insólitos. Ambos se acompañan de una tonalidad afectiva desagradable y su aparición asume con frecuencia un pronóstico desfavorable significativo, porque presentan un desarrollo crónico del cuadro. d] Alucinaciones táctiles. Se localizan en la superficie cutánea dando la sensación de quemaduras, piquetes, insectos que hormiguean bajo la piel. Pueden ser discontinuas y agudas, como en las intoxicaciones de cocaína, o continuas como en los delirios alcohólicos. Con frecuencia las alucinaciones táctiles están asociadas con las alucinaciones visuales.
e] Alucinaciones cinestésicas o de esquema corporal. Se refieren a la sensibilidad interna del cuerpo cuyas dimensiones se perciben transformadas (v. somatoagnosia, § 1, h), o recorrido por sensaciones a las que no corresponde ningún estímulo (v. cenestesia, § 2). f] Alucinaciones sexuales. Se presentan con sensaciones de orgasmo, tocamiento, estupros directos o a distancia, de los que el sujeto se defiende con medios inadecuados, como cinturones protectores o cerramiento de las cavidades naturales.
g] Alucinaciones motrices. Se manifiestan con la sensación de estar suspendido en el aire, de caer, resbalar, vacilar, rodar, de ser movido pasivamente de manera lenta o rápida, o bien de que los miembros son dislocados o ubicados en lugares distintos de los de su colocación natural.
h] Alucinaciones extracampales. Se verifican cuando se tiene la proyección del trastorno perceptivo fuera del campo sensorial normal, por lo que, sin voltear la cabeza, el sujeto advierte una mueca detrás de sí, dice que toca un ratón que está a algunos metros de distancia, oye voces no con los oídos, sino con las manos y similares.
i] Alucinaciones reflejas. Se verifican cuando la percepción de un objeto provoca alucinaciones en otro campo sensorial. El sujeto ve por ejemplo un perro y al mismo tiempo lo oye hablar, ve una cara conocida y detrás de ésta el rostro del diablo. Estas alucinaciones se explican como fenómenos de irradiación que se difuminan en las llamadas sinestesias (v.), como cuando, en presencia de un ruido estridente, se siente un escalofrío en la espalda.
j] Alucinaciones negativas. Se trata de la falta de percepción de un objeto real no obstante la normalidad de los órganos de los sentidos. Este tipo de alucinación puede ser inducido a través de la hipnosis (v.).
k] Alucinaciones mnésicas. Son alucinaciones de la memoria descritas por S. Freud. Consisten en material removido en el inconsciente que aparece en niveles de la conciencia bajo la forma de una imagen visual.
l] Imágenes eidéticas. No difieren mucho de una percepción alucinatoria, pero las visiones que producen no se confunden con la percepción real y son parcialmente controlables con la voluntad. Se verifican con relativa frecuencia en la infancia y son raras en el adulto (v. eidetismo).
2] ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS ALUCINACIONES. En el pasado la psiquiatría oscilaba entre una explicación mecanicista y una psicogenética. Con la llegada de la fenomenología (v.), es de cir con E. Husserl, K. Jaspers, M. MerleauPonty, L. Binswanger, E. Borgna y G. Jervis, se fueron abandonando progresivamente las explicaciones mecanicistas y psicogenéticas para ver los fenómenos alucinatorios en relación con los fenómenos normales de la percepción (v.) o la representación (v.), como quiere Merleau-Ponty, o en relación con los diversos límites que cada uno instaura entre yo-cuerpomundo exterior, según las hipótesis de Binswanger y Borgna por un lado, y Jervis por el otro, aunque siguiendo itinerarios diferentes.

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