Abreacción

Reflujo de la emoción ligada a un hecho o al recuerdo de un hecho que, si no encontrase vías de desahogo, se manifestaría como síntomas patológicos.

El término fue acuñado por J. Breuer y por S. Freud a partir del verbo reagieren con la adición del prefijo ab-, que alude a una supresión del afecto (v.). En efecto, “lo que sobre todo importa es si frente al suceso afectante se reaccionó enérgicamente o no. Por reacción entendemos aquí toda la serie de reflejos voluntarios e involuntarios en que, según lo sabemos por experiencia, se descargan los afectos: desde el llanto hasta la venganza. Si esta reacción se produce en la escala suficiente, desaparece buena parte del afecto; nuestra lengua testimonia este hecho de observación cotidiana mediante las expresiones ‘desfogarse’, ‘desahogarse llorando’, etc. Si la reacción es sofocada, el afecto permanece conectado con el recuerdo” (1892-1895, [1976: 34]). Es aquí donde el afecto no descargado se transforma en patógeno y “las representaciones devenidas patógenas se conservan tan frescas y con tanto vigor afectivo porque les es denegado el desgaste normal por abreacción y por la reproducción en estados de asociación desinhibida” (ibid., [1976: 37]). El efecto catártico (v. catarsis), relacionado con la abreacción, puede lograrse también en la terapia analítica si se da la posibilidad de revivir el afecto y de descargarlo con una descarga emocional adecuada. Esto porque “el ser humano encuentra en el lenguaje un sustituto de la acción; con su auxilio el afecto puede ser ‘abreaccionado’ casi de igual modo” (ibid., [1976: 34]). Breuer y Freud indican algunas situaciones que dificultan la abreacción: “En el primer grupo incluimos los casos en que los enfermos no han reaccionado frente a traumas psíquicos porque la naturaleza misma del trauma excluía una reacción (como por ejemplo la pérdida, que se presentó irreparable, de una persona amada), o porque circunstancias sociales la imposibilitaron, o porque se trataba de cosas que el enfermo quería olvidar y por eso adrede las reprimió de su pensar consciente, las inhibió y sofocó” (ibid., [1976: 35-36]). A estas tres formas de inhibición Breuer y Freud hacen corresponder tres tipos de histeria: hipnoide, de retención y de defensa (v. histeria).
BIBLIOGRAFÍA: Freud, S. (1892-1895); Freud, S. (1893

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