Término que designa la función simbólica del pene en ese proceso intersubjetivo e intrasubjetivo que, mediante la superación del complejo de Edipo (v.), desemboca en la aceptación, por parte del sujeto, del propio sexo.
S. Freud, quien utiliza el término pene (v.) para indicar el órgano en su realidad anatómica, adopta el término falo para describir la fase fálica (v.) del desarrollo sexual, en la cual las pulsiones giran alrededor de tener falo o estar castrado, sobre la base de su teoría, conocida como falocentrismo (v.), según la cual, en la fase fálica, el falo es el término de referencia y de orientación pulsional en ambos sexos. Sobre la función simbólica del falo insiste también Lacan, para quien: “en la doctrina freudiana el falo no es una fantasía, si con esto es necesario entender un efecto imaginario. Y tampoco un objeto (parcial, interno, bueno, malo, etc.) si este término tiende a apreciar la realidad interesada en una relación. Aún menos es el órgano, pene o clítoris, que simboliza. No sin razón Freud se refirió al simulacro que éste tenía para los Antiguos. Ya que el falo es un significante, un significante cuya función, en la economía intersubjetiva del análisis, tal vez levanta el velo de la función que ocupa en los misterios. Porque es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos del significado, en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante” (1958: 687). Como significante que distribuye los significados, el falo instaura una primera diferencia entre el tener y el no tener, por lo que una mujer “se constituye como en aquella que en el amor da lo que no tiene” (1958: 692), y además una segunda diferencia que se constituye en el reconocimiento de que tener falo significa no serlo. A partir de este reconocimiento es posible el paso al plano simbólico (v. símbolo)
BIBLIOGRAFÍA: Freud, S. (1905); Lacan, J. (1958).