Término psicoanalítico que denomina la tercera fase del desarrollo de la libido, posterior a la fase oral (v., § 2) y la anal (v., § 2). Se distingue de la fase genital (v.) que se manifiesta en la pubertad porque en la fase fálica el único órgano conocido tanto por el varón como por la mujer es el falo (v.), que crea entre los dos sexos la oposición: presencia del falo y ausencia del falo o castración (v.). El fantasma de la castración pone fin al complejo de Edipo (v.).
El niño sale de la sexualidad infantil, que S. Freud define como “perversa y poliforma”, organizando todas las pulsiones parciales alrededor de la zona genital. Esta fase, escribe Freud, “…muestra un objeto sexual y cierto grado de convergencia de las aspiraciones sexuales sobre este objeto, pero se diferencia en un punto esencial de la organización definitiva de la madurez genésica. En efecto, no conoce más que una clase de genitales, los masculinos. Por eso la he llamado el estadio de organización fálico” (1905 [1876: 181n). La pareja de opuestos actividad-pasividad (v.) que predomina en la fase anal se transforma en la pareja fálico-castrado en la fase fálica, para llegar a la oposición masculinidad-feminidad en la fase genital. Desde el punto de vista masculino la amenaza de castración concluye el complejo edípico centrado en el amor por la madre y hace surgir en el ni- ño un interés narcisista por su propio pene. Desde el punto de vista femenino la envidia del pene que experimenta la niña respecto al niño provoca resentimiento hacia la madre que no le dio pene, con la consiguiente elección del padre como objeto de amor puesto que puede dar el pene o su equivalente simbó- lico, que es el hijo.
En la fase fálica E. Jones distinguió un período protofálico, en el que el niño todavía no vive el fantasma de la castración y supone que todos poseen un órgano masculino (pene o clítoris) satisfactorio, y un período deuterofá- lico, caracterizado por la fantasía de que el mundo humano esté dividido, en lugar de hombres y mujeres, en sujetos con pene y sujetos castrados. K. Horney y M. Klein consideran que la descripción freudiana de la fase fá- lica es una consecuencia directa de su concepción falocéntrica (v. falocentrismo) que no encontraría justificación en los datos que es posible reunir de las observaciones infantiles, donde se comprueba que la niña tiene una intuición primitiva de la cavidad vaginal, por lo que no se daría la envidia del pene (v. envidia, § 1)
BIBLIOGRAFÍA: Freud, S. (1905); Horney, K. (1939); Jones, E. (1948); Klein, M. (1978).