Llamada también poriomanía, nomadismo o neurosis de vagabundeo, la dromomanía se manifiesta como una necesidad insoportable de huir de la morada habitual o como una incontenible tendencia a vagar de un lugar a otro, con fugas imprevistas que en general se producen sin una relación suficientemente comprensible con la situación que las precede, sin ningún plan ni meta prestablecida.
Cuando no se trata de una reacción a estados de disforia (v.) desencadenados por circunstancias externas, la dromomanía se interpreta como una intención de fuga de la propia angustia, de las voces, como en los casos de esquizofrenia, o del tormento generado por la sensación de persecución, como en los casos de paranoia. En el entorno clínico L.S. Selling observó que “el nomadismo con frecuencia acompaña estados psicóticos, mientras en los niños se presenta muchas veces como secuela de una encefalitis epidémica o de un trauma cerebral de parto”. Desde el punto de vista simbólico la oposición a vivir establemente en un lugar puede indicar una idiosincrasia respecto a numerosos y decisivos significados existenciales vinculados a la figura del habitar, de la casa y de la morada.
BIBLIOGRAFÍA: Selling, L. S. (1947).