Término de origen griego (de κρ′ινω, elijo, discierno, discrimino, separo, decido) presente en la medicina hipocrática para indicar un punto decisivo de cambio que se presenta durante una enfermedad en el que generalmente se resuelve su curso en sentido favorable o desfavorable. En el ámbito psicológico se refiere a un momento de la vida caracterizado por la ruptura del equilibrio anteriormente adquirido y por la necesidad de transformar los esquemas acostumbrados de comportamiento que ya no son adecuados para afrontar la situación presente.
K. Jaspers define la crisis como un punto de pasaje donde “todo sufre un cambio súbito del que el individuo sale transformado, dando origen a una nueva resolución, o yendo hacia la decadencia. La historia de la vida no sigue el curso uniforme del tiempo; estructura el propio tiempo cualitativamente, impulsa el desarrollo de las experiencias al extremo de hacer inevitable la decisión” (1913-1959: 748).
En psicología clínica se identifican las crisis evolutivas o de desarrollo, intrínsecamente vinculadas al crecimiento de cada individuo, como la adolescencia, la madurez, la menopausia, la senectud y semejantes, y las crisis accidentales, como una enfermedad grave, la pérdida de una persona querida, o un cambio repentino en el trabajo. Las primeras, relacionadas con etapas biológicas específicas, asumen un valor diferente según el contexto cultural en el que se presentan. Así la adolescencia, como paso de la infancia a la edad adulta, de la dependencia a la autonomía, suele vivirse entre nosotros de manera conflictiva y prolongada, mientras en el marco de otras culturas no representa necesariamente un momento problemático. Las segundas se refieren, en cambio, a todas las situaciones de la vida cuya imprevista irrupción puede amenazar el equilibrio psicológico que alcanzó el individuo. L. Rapaport identificó tres condiciones que, asociadas entre sí, son capaces de provocar un estado de crisis: 1] un suceso imprevisto; 2] una conexión entre este acontecimiento y anteriores tensiones que habían ya determinado una situación conflictiva en el sujeto; 3] la incapacidad de la persona para hacer frente a la crisis de manera adecuada sirviéndose de sus mecanismos acostumbrados. Además se describieron las características más importantes del estado de crisis, entre ellas: 1] un estado de máxima apertura al cambio, hacia una solución positiva o negativa; 2] una duración limitada; 3] un cambio tanto en el nivel afectivo como en el cognoscitivo; 4] un “reproponer” si no se resuelve o si se encuentra una solución inadecuada. Se habla de intervención en caso de crisis para referirse a una forma de tratamiento psicológico de breve duración, orientada a proporcionar un apoyo o una guía al individuo, para prevenir las posibles consecuencias nocivas y crear las condiciones de un crecimiento del sujeto mediante la elaboración de nuevas modalidades para enfrentar los problemas modificados por la imprevista llegada del “acontecimiento crítico”.
BIBLIOGRAFÍA: Caplan, G. (1964); Ewing, C.P. (1978); Jaspers, K. (1913-1959); Rapaport, L. (1962).