Posición lógico-hipotética adoptada para prever una serie de fenómenos cuya realización no es observable, sino deducible del constructo adoptado. El constructo, que tiene un amplio uso en todos los métodos hipotéticos-deductivos adoptados en el ámbito científico, es recurrente en psicología: 1] en la elaboración de los tests; 2] en la teoría de los constructos personales que elaboró G.A. Kelly.
LA CONSTRUCCIÓN DE LOS TESTS. En este ámbito se presenta el problema de la validez del constructo que se obtiene cuando los rasgos que lo caracterizan varían o covarían de tal forma que garantizan constituir, en su conjunto, una unidad funcional que permite suponer una referencia a una serie idéntica de fenómenos que de otra manera no resultan observables. Características de un constructo son la validez, que mide la convergencia de las variables en el ámbito de cada observación o entre tipos de observación muy semejantes, y la convergencia, que resulta de las mediciones de la misma propiedad con diferentes métodos de observación (v. test, § 1).
LA TEORÍA DE LOS CONSTRUCTOS PERSONALES. Kelly propone que las actividades de una persona están psicológicamente determinadas y controladas por las formas en que prevé los acontecimientos. Estas previsiones, que Kelly llama constructos, se comprueban mediante el comportamiento capaz de ratificarlas o desmentirlas. Junto a los constructos de los que el sujeto está consciente (elaboraciones verbales) existen otros preverbales que obligan a discriminar entre los acontecimientos sin que exista una razón precisa. Son, por ejemplo, los constructos por los que una persona gusta o no gusta. Para identificar los constructos es necesario tener presentes algunos corolarios, como el de la individualidad, porque al elaborar los constructos de los acontecimientos las personas difieren unas de otras; el de la comunidad, por el cual si una persona emplea una elaboración de los constructos de experiencia análoga a la utilizada por otra, sus procesos psicológicos serán similares; el de la socialidad, por el que el nivel de comunicación aumenta basándose en la capacidad que los constructos elaborados por una persona tienen de penetrar en los procesos de elaboración de los de otra. La teoría de los constructos personales desembocó en una formulación autónoma en las diferentes teorías de la personalidad (v., § 15) y reveló ser muy útil en el ámbito psicoterapéutico, donde el terapeuta sólo puede ponerse en el lugar del paciente y ver qué mundo se abre ante sus ojos si sus constructos personales no son rígidos y excluyentes.
BIBLIOGRAFÍA: Bannister, D. y F. Fransella (1971); Bechtoldt, H.P. (1959); Cattell, R.B. (1950); Cronbach, L.J. y P.E. Meehl (1955); Kelly, G.A. (1955); Mancini, F. y S. Semerari (coords.) (1985)