Conservación

El término se refiere a un instinto (biología), a una pulsión (psicoanálisis), y a una valoración (cognoscitivismo)

BIOLOGÍA. En este ámbito se habla de instinto de conservación a propósito de la tendencia innata en todo ser viviente a conservar su propio ser, proporcionando todo lo que lo sustenta y evitando todo lo que lo amenaza.
PSICOANÁLISIS. En este ámbito se habla de pulsión de autoconservación a propósito del conjunto de las necesidades ligadas a las funciones somáticas necesarias para la conservación del individuo (v. yo, pulsión del). Las pulsiones de autoconservación son tan numerosas como las funciones orgánicas (nutrición, defecación, micción, actividad muscular, visión, etc.) que constituyen las bases de apoyo (v. anaclisis, § 1) de la sexualidad y, por lo tanto, pueden manifestarse en el nivel oral, anal, fálico. S. Freud consideró la pulsión de autoconservación como una pulsión del yo contrapuesta a la pulsión sexual: “De particularísimo valor para nuestro ensayo explicativo es la inequívoca oposición entre las pulsiones que sirven a la sexualidad, la ganancia de placer sexual, y aquellas otras que tienen por meta la autoconservación del individuo, las pulsiones yoicas. Siguiendo las palabras del poeta, podemos clasificar como ‘hambre’ o como ‘amor’ a todas las pulsiones orgánicas de acción eficaz dentro de nuestra alma” (1910 [1976: 211-212]). En un segundo momento Freud vinculó la autoconservación a la libido narcisista, en contraposición a la libido objetal (v. narcisismo § 3); por último, con la teoría dualista de las pulsiones vinculó la autoconservación y la conservación de la especie a las pulsiones de vida contrapuestas a las pulsiones de muerte (v. pulsión, § 1 g, 2).
COGNOSCITIVISMO. J. Piaget habla de conservación respecto a la edad en la que el niño adquiere la noción y la capacidad de valoración en relación con la distancia, el peso, la sustancia y el volumen de las cosas. Esta edad se ubica entre los 6 y los 11 años, en el estadio de las operaciones concretas (v. cognición, § 2, c), con las que el niño alcanza un pensamiento“reversible”, en el cual la capacidad de regresar mentalmente a las condiciones iniciales de un cambio permite comprender las transformaciones fenoménicas de un objeto y, al mismo tiempo, la inmutabilidad y, en consecuencia, la conservación de algunas de sus características.
BIBLIOGRAFÍA: Freud, S. (1910); Freud, S. (1915); Piaget, J. y B. Inhelder (1941).

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