Forma de pensar y de sentir que se mantiene vinculada con la percepción inmediata de la realidad material y con la propia experiencia subjetiva, sin ser capaz de elevarse a la abstracción (v.); es típico del pensamiento infantil y del primitivo.
“El pensamiento concreto –escribe C.G. Jung– se mueve entre conceptos y concepciones exclusivamente concretas y está siempre en relación con las impresiones que proporcionan los sentidos. Asimismo el sentimiento concreto nunca se separa de una referencia sensorial. […] El concretismo es, por lo tanto, un arcaísmo. […] En el hombre civilizado el concretismo del pensamiento consiste, por ejemplo, en la incapacidad de pensar en cualquier otra cosa que en los hechos de evidencia inmediata, tal como los proporcionan los sentidos; o bien en la incapacidad de diferenciar el sentir subjetivo del objeto de la sensación que proporcionan los sentidos. […] Esta confusión impide una diferenciación del pensar y del sentir, y en ambos mantiene las funciones en la esfera de la sensación, es decir de la referencia sensorial; de tal manera pensar y sentir nunca pueden desarrollarse en función pura, sino que dependen permanentemente de la sensación. […] Así se determina una relación sensorial entre las diferentes funciones psicológicas, relación que impide la autonomía psí- quica del individuo a favor de los datos del hecho sensible” (1921: 432-433). Para J. Piaget el concretismo constituye la manifestación más evidente del realismo infantil y el pensamiento que lo manifiesta es incapaz de irreversibilidad, es decir, de recorrer mentalmente en sentido inverso las operaciones que se realizaron en un procedimiento lógico u operativo, por lo que, por ejemplo, un objeto dividido es para un ni- ño una cosa diferente que la representación inicial del objeto entero (v. cognición, § 2, b).
BIBLIOGRAFÍA: Jung, C.G. (1921); Piaget, J. (1947)