El término deriva del griego ’αναλ′υω, que significa “desatar”, y se refiere al procedimiento que tiende a separar un todo en sus diversos elementos constitutivos. Del área filosófica en la que nació este método y en la cual encontró su aplicación, sobre todo en lógica-matemática, el término análisis se adoptó en psicología como sinónimo de tratamiento psicoanalítico, o sea del proceso terapéutico que se propone hacer legibles las manifestaciones psíquicas mediante su reconducción a los mecanismos elementales que se suponen en su base. Se remite a las voces específicas el tratamiento de las diferentes formas de análisis que difieren con base en sus orientaciones teóricas presupuestas, y a la voz psicoterapia en los que se refiere a los criterios y los objetivos que permiten orientarse en este ámbito; aquí sólo incluimos el método psicoanalítico clásico que, por razones históricas, semánticas y metodológicas, está en la base de todas las formas psicoterapéuticas que las diversas direcciones de la psicología de lo profundo introdujeron e inauguraron.
El análisis clásico, ideado por S. Freud, ata- ñe eminentemente al tratamiento de las neurosis (v.), porque a diferencia de las psicosis (v.), en las neurosis existe un yo capaz de soportar el tratamiento analítico y de colaborar con el analista durante todo el tiempo de la terapia, cuya duración no se puede determinar a priori. El objetivo del trabajo analítico puede esquematizarse en tres ideas fundamentales que Freud identificó en diferentes etapas: a] hacer consciente el inconsciente (1886-1905); b] elaborar las resistencias y en especial la transferencia (1905-1914); c] crear condiciones óptimas para el funcionamiento del yo (1923- 1938). No se trata de tres objetivos diferentes, sino de una concentración diferente del centro alrededor del cual gira el trabajo analítico.